El Ratoncito Pérez es un personaje de leyenda muy popular entre los niños españoles e hispanoamericanos. La tradición sigue el mismo ritual que en el caso del hada de los dientes de los países germanos: cuando a un niño se le cae un diente de leche, lo pondrá debajo de la almohada y, mientras duerme estos personajes mágicos, duendes, hadas o ratones se lo cambiarán por dulces o monedas.
Tradición universal
Se le reconoce como “Ratoncito Pérez” en los países hispanohablantes, con la excepción de algunas regiones de México y Perú, donde se le llama “el Ratón de los dientes”; en cambio, en Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Panamá, Uruguay y Venezuela, simplemente “El Ratón Pérez”. Algunas versiones del Ratoncito Pérez le han añadido como nombre de pila: Odón.
En Francia se le llama “Ratoncito” (la petite souris), en Italia se le conoce como “Topolino”, “Topino” (Ratoncito) o “Fatina” (Hadita) y en los países germanos, el “Hada de los dientes” (Tooth Fairy). En España se llama Ratoncito Perez y en otras partes de España, como en Cataluña es “l’Angelet” (el Angelito), en el País Vasco -sobre todo Vizcaya-, es “Maritxu teilatukoa” (Mari la del tejado) o en Cantabria es “L´Esquilu de los dientis” (La Ardilla de los dientes). En algunos lugares es tradición tirar los dientes de los niños a los tejados de las casas.
Origen
El origen más probable del ratoncito y su enlace con un hada proviene de un cuento francés del siglo XVIII de la baronesa d’Aulnoy: La Bonne Petite Souris (El Buen Ratoncito). Habla de un hada que se transforma en un ratón para ayudar a derrotar a un malvado rey, ocultándose bajo la almohada del mismo, tras lo cual se le caen todos los dientes.
En España, su introducción a la mitología infantil se ha atribuido a Luis Coloma (autor también de Pequeñeces o Jeromín), cuando hacia 1894 pidieron al jesuita que escribiera un cuento para el futuro rey Alfonso XIII, que entonces tenía 8 años, y al que se le cayó un diente. Sin embargo, en la novela de Benito Pérez Galdós La de Bringas, escrita en 1884 y ambientada en 1868, el autor compara a un personaje, Francisco Bringas, avaro y tacaño, con el ratoncito Pérez, luego debía ser popular para el público ya antes del cuento del padre Coloma.
El Ayuntamiento de Madrid rescató la memoria del Ratoncito -el primer personaje ficticio al que el Ayuntamiento homenajea con una placa del Plan Memoria de Madrid- instalando una placa en la calle del Arenal, número 8, domicilio donde el Luis Coloma situó la vivienda del roedor, en la entonces popular confitería Prast. En la placa puede leerse: “Aquí vivía, dentro de una caja de galletas en la confitería Prast el Ratón Pérez, según el cuento que el padre Coloma escribió para el niño rey Alfonso XIII”.